jueves, 7 de febrero de 2013

DIOS PADRE

En nuestro corazón habitan distintas imágenes de Dios. Algunas las recibimos de otros, otras las formamos nosotros mismos. • Algunas imágenes que tenemos de Dios hacen de Dios lo que Él no es. Son imágenes peligrosas porque nos alejan del Dios verdadero y perturban nuestro corazón. • Por lo tanto, necesitamos constantemente verificar y purificar las imágenes de Dios que tenemos explícita y sobretodo implícitamente. a) Dios como problema intelectual. Dios parece ser así cuando pienso que tengo que explicar todo sobre Él. Es un peligro, parece que primero tengo que comprender a Dios, dominarlo como si fuese un objeto de investigación para mí. Pero: ¡Dios es misterio! Dios no es una idea intelectual, es un Dios vivo, Dios de sentimiento, de ternura, de amor, de relación. Encontramos a Dios primero con nuestro corazón y después con nuestra mente.
b) Dios Papa Noel. Cuando creemos que Dios es la imagen de quien da regalos, que está accesible cuando todo va bien, pero que nos desilusiona cuando las cosas comienzan a ir mal, entonces me obstino, y ya no me siento cercano a Él.
 c) Dios bombero. Para muchos así debería ser Dios: siempre listo a “apagar incendios”, solucionar todos mis problemas (y si los pudiera evitar, mejor todavía). Dios que soluciona todas las contrariedades de la vida que no sabemos resolver nosotros. Hay veces que de Dios sólo guardamos el teléfono de emergencia, lo llamamos para conseguir su ayuda en situaciones de emergencia, en caso de pruebas, problemas, enfermedades, accidentes, conflictos, ansiedades… y por supuesto queremos que Él responda siempre rápidamente.
d) El dios del miedo: juez, policía, controlador. Se tiene la imagen errada de un Dios del que justamente Jesús nos quiere liberar. Este es un Dios de miedo, un Dios castigador. Contrario a lo que una y otra vez Jesús repite a sus discípulos: “No tengan miedo”. Esta imagen de Dios es una proyección de un súper yo o de un espíritu mezquino: un Dios policía que vigila nuestras faltas (y como controlador mantiene una ficha de cada uno…). Es un Dios adversario del que es mejor cuidarse. En los sufrimientos se calla: son “castigos de Dios”. Imaginamos a Dios como un juez implacable, cuando en verdad somos nosotros mismos nuestros propios jueces intransigentes.
e) Un dios lejano. Cuando creemos en un Dios lejano, olvidamos que Dios se encarnó en Jesucristo. Creemos que Dios no se interesa por lo que pasa en este mundo, que no puede entrar en nuestra realidad y que no somos importantes para Él, creemos que Dios no se identifica con aquel que sufre, que no conoce nuestra realidad de pecado, nuestro lado débil.
f) Dios comerciante o cajero automático. Ante este Dios creo que tengo que hacer mérito para recibir lo que Él me da, olvidando que todo es gracia, que todo es don. Con este Dios hago transacciones. Cambio sacrificios por su ayuda (meto monedas y saco una bebida). Éste es un Dios con cuenta corriente. Él me da y yo me endeudo con intereses. Así colecciono cupones para después regatear. Con este Dios no hay relaciones personales, sino sólo negocios.
g) Dios capataz o Dios implacable. Es el Dios que me exige siempre más. Nunca va estar satisfecho con lo que yo le dé. Lo que a mí me resulte fácil a Él no le va gustar. Este Dios quiere siempre lo que a mí me es más difícil. Es implacable con los talentos que yo tengo y ante Él yo tengo que rendir al máximo.
h) Dios perfecto. Es el Dios que sólo se relaciona con los buenos (los perfectos). Cuando hago tonterías Él no me quiere. Por eso prefiero esconderme y me alejo de Él. Para acercarme a Él me tengo que rehabilitar primero. Le tengo que probar que le quiero. Tengo que compensar para volverme aproximar.

REFLEXIÓN PERSONAL: 
Confronta alguna de estas imágenes de Dios con la relación que tú tienes actualmente con Él. ¿Algunas de estas imágenes de Dios te afectan de modo especial? • La verdadera imagen de Dios: el Padre de Jesús En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.» Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: « ¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.» (Lucas 10, 21‐24) • El amor de Dios excede el amor materno ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada, tus muros están ante mí perpetuamente. (Is 49, 15-16) • Es el Dios de misericordia Dijo: «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. (Lc. 15,11‐22), Más la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. (Rom. 5,8).
• Es el Dios de amor. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. (1 Juan 4, 8) Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. (1 Juan 4, 16)
• El Dios de Jesús es el Dios del Reino, de un proyecto histórico para la humanidad. Proyecto de paz, justicia, solidaridad… «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?" Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis." Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis." Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.» (Mt 25, 31‐46)

No hay comentarios:

Publicar un comentario